Recibir una notificación de la Inspección de Trabajo puede ser una situación estresante, especialmente si no sabes por qué se ha producido o cómo actuar. Ya seas empresario, autónomo o trabajador, es fundamental entender qué implica una denuncia ante la Inspección y cómo puedes afrontarla de forma correcta para evitar sanciones innecesarias. En este artículo te explicamos qué hacer si te enfrentas a una denuncia y cómo prepararte para una posible visita.
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La Inspección de Trabajo y Seguridad Social es el organismo público encargado de controlar que se cumplan las normas laborales, de prevención de riesgos laborales y de Seguridad Social en empresas, autónomos y trabajadores.
Una denuncia puede llegar por varias vías. Por parte de un trabajador (anónimamente o no) o por otra empresa o competidor. Tras una actuación de oficio de la propia Inspección (por ejemplo, si detectan irregularidades en declaraciones o cotizaciones) o como resultado de una campaña sectorial del Ministerio.
Una denuncia no siempre implica una sanción, pero sí activa una investigación que puede acabar con consecuencias legales si se confirman las irregularidades.
Las causas más comunes de denuncia ante la Inspección de Trabajo son:
Contratación irregular (falsos autónomos, contratos temporales encadenados, becarios mal utilizados…).
Trabajadores sin estar dados de alta en la Seguridad Social.
Impago o retraso reiterado de nóminas.
Falta de medidas de prevención de riesgos laborales.
Incumplimientos de horarios, descansos o vacaciones.
Discriminación laboral o acoso.
Obstaculización de la labor sindical.
Cuando se presenta una denuncia, la Inspección puede actuar de dos maneras. Visita sin previo aviso, es decir, el inspector puede personarse en el centro de trabajo para comprobar los hechos. O requerimiento por escrito. Se solicita documentación o información previa antes de la visita. En ambos casos, es obligatorio colaborar con la Inspección. No hacerlo puede agravar la situación.
Lo primero es leer detenidamente la notificación. Puede tratarse de un requerimiento para aportar documentación, una citación para comparecer o directamente una visita al centro de trabajo. Revisa si hay plazos para responder o entregar información.
Si no entiendes el contenido legal o no estás seguro de cómo actuar, lo mejor es contratar un abogado laboralista que te asesore desde el principio y te ayude a evitar errores.
Si el inspector se presenta en tus instalaciones, debes facilitarle el acceso y toda la documentación que te solicite. Intentar impedir la inspección o dificultar su labor puede considerarse una infracción grave o muy grave.
El inspector puede entrevistar trabajadores, revisar nóminas, contratos, cuadrantes de trabajo, justificantes de pago, medidas de seguridad, etc.
Lo más seguro es que debas entregar una serie de documentación. Entre los documentos más habituales que pueden solicitarte están: contratos laborales, justificantes de alta en la Seguridad Social, nóminas y justificantes de pago, horarios laborales y registros de jornada, plan de prevención de riesgos laborales, certificados de formación, seguro de responsabilidad civil (si aplica) y/o estatutos, escrituras o datos fiscales. Tener esta documentación ordenada y al día puede marcar la diferencia en una inspección.
Si sabes que hay aspectos mejorables o irregulares en tu empresa, intenta solucionarlos cuanto antes. En algunos casos, si demuestras buena fe y disposición a corregir errores, puedes evitar sanciones o reducirlas notablemente.
Por ejemplo, si detectas que has realizado un contrato incorrecto o te has retrasado en una alta, regularizarlo antes de que lo haga la Inspección puede ser un atenuante.
Si tras la inspección se abre un expediente sancionador, recibirás una propuesta de sanción. En ese momento tendrás un plazo (normalmente 15 días hábiles) para presentar alegaciones.
En esta ocasión, puedes aportar nueva documentación que no se tuvo en cuenta, aclarar errores o malentendidos, solicitar pruebas o testigos o solicitar una reducción si reconoces los hechos y pagas voluntariamente (hay reducciones del 40% en algunos casos).
Las sanciones se clasifican en leves, graves y muy graves, y pueden implicar:
Multas económicas (desde unos cientos hasta más de 200.000 €).
Devolución de ayudas o subvenciones.
Exclusión de contratos públicos.
Suspensión de actividad en casos extremos.
El importe depende del tipo de infracción, el número de trabajadores afectados y si hay reincidencia.
Afrontar una denuncia ante la Inspección de Trabajo puede ser preocupante, pero no tiene por qué convertirse en un problema grave si actúas con responsabilidad y conoces tus derechos y obligaciones. Colaborar desde el primer momento, revisar tu situación legal y contar con el apoyo de un abogado especializado son las mejores garantías para evitar sanciones o problemas mayores.